Tanto peca el que mata a el toro como el que paga por verlo

En el centro de México se encuentra la ya no tan pequeña ciudad de Aguascalientes, lugar en donde nací y vivo; en fechas abrileñas por este acalorado terruño, se dará inicio con la famosa y muy concurrida Feria Nacional de San Marcos, en donde lamentablemente uno de sus atractivos principales serán las corridas de toros y peleas de gallos, aquí miles de personas se darán cita para regocijarse o por lo menos solapar la muerte cruel de cientos de animales; eso sucede mientras las autoridades buscan convertir a Aguascalientes en un “estado verde” y “seguro” ¡Háganme el ------ favor! o sea que mientras las autoridades detienen un grupo de cholos por realizar peleas de perros, las peleas de gallos se anuncian con bombo y platillo y se engalanan con el mejor talento artístico (cabe decir que en algunos casos he visto más talento dentro de un excusado); y significa también que un día toda la familia puede asistir a ver como un montón de fulanos matan de una cruel y sangrienta manera un animal, pero al siguiente día se indignan por que encuentran un tipo desmembrado en un terreno baldío… ¿Qué es lo que mantiene esta doble moral? ¿Qué nos hace repudiar una muerte y aplaudir otra? ¿qué nos hace denunciar y castigar mínimamente una pelea animal, mientras otra se promociona y las personas llegan pagar una buena cantidad de dinero por asistir? ...quizá eso sea ¡dinero! sumémosle “estatus y diversión” y se convierte en un lucrativo y sanguinario espectáculo medieval que conviene mantener, no importando que se arraigue en nuestro subconsciente la indiferencia al dolor y la muerte; e incluso que a las nuevas generaciones les quede grabado que primero está la diversión y el dinero y no la integridad de un ser vivo… recuerde esto en la próxima balacera, cuando encuentre algún ejecutado camino a su casa o cuando un secuestrador en “traje de luces”, levante triunfante las orejas de alguno de sus familiares.