Después
del sonado 21 de diciembre, famoso en todo el mundo como el inicio de "los
tres días de oscuridad", "el fin del calendario maya", "el
despertar de la conciencia colectiva" y entre los más apocalípticos
simplemente cómo "el fin del mundo", se dio el caso de que muchas personas
en realidad lo tomaron muy en serio y gastaron tiempo, dinero y esfuerzo
(además de sus nervios) en esperar de la mejor manera esta apocalíptica fecha,
algunos alineaban sus chacras esperando la llegada de la “energía cósmica”,
aunque la única energía cósmica que conozco achicharraría la Tierra si nos
llega a tocar, otros confesaban sus pecados para estar bien con su respectivo
dios o dioses, olvidando que es mejor estar bien con su prójimo, unos más
esperaban excitados la llegada de “Nibiru”, planeta ambulante sacado de la
literatura pseudocientífica y que en algún momento la tomaron como texto cuasi-divino
o peor aún, como enciclopedia científica. El punto es que lo que reinó en las
fechas previas al 21 de diciembre, fue una desinformación generalizada y por
consecuencia la histeria o por lo menos una leve angustia por conocer el
destino de la raza humana.
"Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente. La inteligencia no es sólo información, sino también juicio, la manera en que se recoge y maneja la información." Carl Sagan, astrofísico y divulgador científico
Conocer
el futuro, presente y hasta el pasado, siempre ha sido una poderosa prioridad
para el ser humano y muchas personas, de buena fe o con algún motivo
específico, se han dado a la tarea de vislumbrar esta prioritaria tarea; desde
los primeros registros humanos, ya se cuenta de esta actividad y es así que
hasta el día de hoy, tenemos adivinos, videntes, profetas, iluminados, brujos,
chamanes, pitonisas, clarividentes y demás, que se han jactado de escudriñar en
los rincones más apretujados y oscuros del tiempo, pero con la realidad de que
sólo unos cuantos de sus predicciones han resultado correctas o mejor dicho,
coincidentes con los sucesos y en este último fin del mundo no tardaron en
hacer las respectivas predicciones, fruto de sus bolas de cristal, astros,
alienígenas, espíritus, entrañas de animales, huesos, sedimentos de café,
cartas, psicotrópicos y un sin fin de artilugios más.
"Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre." Carl Sagan, astrofísico y divulgador científico
Después
los días pasaron, programas en los medios masivos sobre el fin del mundo fueron
y vinieron, algunos ya hablaban del cambio de “conciencia colectiva”, ya sea
por seguir con una variación del evento menos trágica o sólo por que no veían
señales claras del apocalipsis, las personas se prepararon y el temido día llegó… y se fue ¡nada pasó! el
mundo seguía igual, el sol seguía saliendo en el horizonte y la noche le
procedía, los pájaros continuaban cantando y los gatos seguían cazándolos, las
compras decembrinas continuaron y los bancos procedían a los respectivos cobros.
Al margen de este remolino pre-apocalíptico, los que se mantenían tranquilos
viviendo sus vidas y preocupándose por cosas reales, era la comunidad
científica, las personas ajenas a toda la basura desinformativa y el resto de
la gente con un poco de sentido común.
Pero
entonces, podría decirse que al no ser una amenaza real, no puede sobrevivirse
a ella, pero no es así, la gente puede hacerla real ¿qué hubiera pasado si la
incertidumbre se volviera miedo y este a su vez se convirtiese en histeria? Es
bien sabido que una sociedad histérica, enajenada y agitada puede convertirse
en un gran peligro para sus propios integrantes, por consecuencia, el peligro
verdadero eran las personas mismas con un miedo infundido; ¿con miedo a qué? a
un demonio de mil cabezas llamado “Ignorancia”.
La
única rama científica con la capacidad de “predecir” el futuro, es decir, la
única opción REAL de saber hasta cierto punto lo que sucederá a futuro, es la estadística y en ni uno sólo de sus
estudios figuraba el supuesto Armagedón del 21 de diciembre del 2012, pero aún
así, el miedo y la preocupación se apoderó de muchas personas alrededor del
mundo, gracias a que aún en este siglo 21, la ciencia es echada de lado a favor
de la sencillez y comodidad que ofrecen las pseudociencias. El astrofísico,
cosmólogo y divulgador científico Carl Sagan, alguna vez dijo: “Vivimos en una
sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que
nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el
desastre”.
"Si quieres salvar a tu hijo de la polio, puedes rezar o puedes vacunarlo." Carl Sagan, astrofísico y divulgador científico
Algún día quizá llegue ese fin del mundo, motivado por suposiciones,
creencias e ignorancia; una nuevo Oscurantismo. Por lo pronto este último fin
del mundo fue superado, pero en nosotros radica el destino de nuestra
existencia como sociedad y como individuos; nadie vendrá a salvarnos, ni una
raza alienígena, ni seres de luz, ni dioses o demonios, sólo nos tenemos a
nosotros mismos y nuevamente Carl Sagan lo encierra en una muy acertada frase:
“Si quieres salvar a tu hijo de la polio, puedes rezar o puedes vacunarlo”.
¡Feliz fin del mundo!
¡Hasta
el próximo Armagedón!